Cómo explicar qué es el branding gracias a un maromo, unos cuantos gin tonics y una noche de pasión.

Nadie de nuestro alrededor sabe bien a lo que nos dedicamos Alba y yo, Aroa.

«Chicas, pero vosotras, ¿Qué hacéis realmente? Aparte de poneros delante de una cámara y descojonaros sin parar.»

Durante muchos meses nos daba hasta perecita responder a esta pregunta. Mira, mejor nos tomamos unas mil nueve y te lo contamos, ¿vale?

El de enfrente, se quedaba como estaba. «Ah, pues que bien, superinteresante». Y así sin más. Pasábamos a otro tema.

Siempre con la sensación de que no había quedado del todo claro, de que no calábamos.

Aunque tenemos nuestra propia personalidad, nos sentíamos obligadas a comunicar como todo el mundo. Responder como verdaderas expertas del sector.

Así, no nos entendía ni el tato. Afortunadamente (para nosotras, claro) esto cambió gracias a la incómoda pregunta de una amiga.

El golpe de realidad llegó una tarde a finales de septiembre mientras tomábamos unas birras.

Sentadas tan ricamente en una terracita frente al mar, con el sol calentando nuestras mejillas, Sandra, que así se llama nuestra colega, en un alarde de sinceridad brutal y venida arriba (suponemos por la birra y lo idílico del paisaje) nos dijo:

«Chicas, lo siento, siempre que habláis de vuestro trabajo tal y como lo explicáis, a mí no me queda nada claro qué es el branding o mejor dicho qué beneficios tiene el branding en mi negocio

Ostión épico de realidad. La estampa idílica se convertía en un momento incómodo y un tierra tráganos en toda regla.

Porque, si a una persona que trabaja dentro del mundo digital le cuesta entender lo que hacemos, ¿cuánto le costará hacerlo a un potencial cliente?

Nuestra amiga trabaja en una consultora y se mueve como pez en el agua en el mundo online. Por tanto, una persona ajena a todo este mundo tendrá el doble de dudas que ella.

En ese momento, en vez de hundirnos, nos vinimos arriba. Nos olvidamos de los tecnicismos y le dijimos: «A ver Sandra, te lo vamos a explicar de una manera muy bizarra pero muy clara, sin tecnicismos ni palabros raros».

Sitúate.

Estás de pie en una discoteca, copa en mano, bailando y pasándotelo genial. De repente, te das la vuelta y ves a tu lado a un pedazo hombre pidiendo un cubata. Un maromo que parece salido del mismísimo edén. Propicias contacto visual. Os miráis. Él te sonríe, tú le sonríes. Hay conexión, se nota, se siente, hay tensión (sexual) en el ambiente 😉

Empezáis a hablar. Parece majo. Tres gin tonics después, os vais del garito y tenéis una noche loca de pasión y desenfreno. Maravilla pura.

Pero… siempre hay un pero.

Llega la mañana siguiente y en el momento desayuno comenzáis a hablar.

Resulta que el susodicho es antipático de cojones, parece una persona completamente diferente a la que conociste la noche anterior. Todo lo que de él te cautivo se desvaneció como si fuese un sueño. No queda ni rastro de la persona maja, amable y divertida que era 8 horas atrás.

Para más inri, intentas romper el hielo sacando temas de conversación y no tenéis nada en común, ni los mismos gustos, ni la misma forma de ver la vida. Nada.

Te despides del maromo muy agradecida por los orgasmos de la noche anterior, pero ya teniendo clarinete que no vas a volver a quedar con él más en la vida.

UN FAKE TOTAL.

El polvo fue increíble, pero no quieres repetir a pesar de que el sexo estuvo bien, ¿verdad?

¿Por qué? Porque para repetir es necesario ir mucho más allá del físico, de lo bonito y del placer momentáneo.

Y, por otro lado, porque tus expectativas se han desinflado. Más allá de esa primera conexión, los siguientes contactos te han defraudado.

Vuestro encuentro sexual surgió de la necesidad, de la búsqueda del placer mutuo. La atracción inicial llamó tu atención y generó un vínculo.

Que el chico fuera guapo, atractivo y sexy estuvo muy bien para una noche, cumplió su función momentánea. Pero, ahí se queda.

Porque para generar compromiso y ganas de repetir se necesita más que una fachada bonita. Se necesita conexión. Se necesitan unos valores compartidos, una personalidad que enganche y una misma forma de entender la vida.

Pues exactamente lo mismo sucede con las marcas, los negocios y los clientes.

Los negocios están llenos de fachadas bonitas, pero carecen o no saben mostrar su PERSONALIDAD PROPIA, su ESENCIA y sus VALORES compartidos.

Disponen de la capacidad de generar atención momentánea, de cubrir una necesidad puntual, pero les cuesta horrores generar conexión y preferencia.

Y se dejan la piel convenciendo, persiguiendo y luchando por precio frente a su competencia.

En definitiva, los negocios ligan pero no enamoran.

Resumiendo, Sandra:

El maromazo de la barra es un logo precioso.

El polvazo es la compra del producto o servicio que vendes.

La desilusión de la mañana siguiente es un negocio SIN MARCA.

En cambio, la conexión que surge cuando quieres seguir conociendo a una persona después del primer polvo (y del primer desayuno) eso, amiga, eso es el BRANDING.

Ahora, Sandra, repite con nosotras:

Branding es lo que genera CONEXIONES REALES Y DURADERAS ENTRE CLIENTES Y NEGOCIOS.

Branding es lo que eres, es lo que muestras, es lo que dices y es lo que haces.

El branding es la capacidad de significar algo para alguien más allá de un primer contacto.

Porque cuando tu único objetivo es vender puedes ligar mucho y echar muchos polvos de una noche (que esta muy bien también), pero si lo que de verdad quieres es que te quieran, que te elijan siempre a ti y que no te cambien por tu competencia, lo que necesitas es enamorar. Lo que necesitas es crear MARCA.

Así que ahora, después de toda esta chapa, ¿entiendes lo que es el branding?

La respuesta de Sandra fue clara: «Ahora lo tengo clarinete. Eso y unas ganas locas de salir de fiesta y buscar a mi maromo».

Las tres nos reímos. Misión cumplida. Al terminar la birra, Sandra se fue y Alba y yo nos quedamos solas. Y sin dudarlo le dije: «Así, tal como le hemos explicado a Sandra en qué consiste nuestro trabajo, debemos hacerlo en todos los canales de comunicación de nuestra marca».

Alba me miró y me dijo: «A tope amiga. Vamos con todo. Sin miedos, atreviéndonos a ser como somos y a hablar como hablamos, sin querer ser como los demás».

Así que por fin, 2 años y bastantes mil nueve después, aquí está la página principal de nuestra web.

¿Por qué te contamos toda esta historia en vez de crear una home diciendo cómo elevamos tu marca y lo bien que hacemos todo?

Porque desde ese día nos dimos cuenta de que ser como nosotras mismas somos es lo que hace que las personas entiendan y conecten con lo que hacemos.

Esto no va de decirte lo buenas que somos o de lo bien que hacemos las cosas. Va de conectar contigo, va de que entiendas el enorme poder que tiene el branding dentro de tu negocio.

Porque si queremos que tú con tu marca te atrevas a ser tú misma y a mostrar tu propia personalidad, lo primero es dar ejemplo atreviéndonos nosotras, olvidándonos del que dirán y centrándonos en lo importante: TÚ.

Por lo tanto, ¿quieres que tu negocio sea el polvo de una noche o, por el contrario, quieres enamorar a tu cliente y forjar una historia de amor verdadero?

Si eres de las que prefieres el polvo de una noche está bien, muy bien, pero en Lalola no podemos ayudarte.

En cambio, si eres de las nuestras y quieres una historia de amor apasionada con tu cliente y:

Cada día, en formato texto, vídeo o audio, depende de como nos dé la virada, compartimos contigo en nuestra newsletter todo lo que sabemos de branding y lo que más te interesa, cómo vas a poder ir aplicándolo en tu propio negocio de manera inmediata.

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